En
el presente artículo, pondremos en relación a través de un ejemplo que pretende
ser clarificador la relación existente entre dos caras de una misma moneda: la
situación de exclusión y pobreza y la
manifestación agresiva de esta situación en términos de violencia y delincuencia. Pretendemos mediante este ejercicio que pretende ser didáctico y pedagógico hacer pensar al lector de manera que conecte dos realidades necesariamente relacionadas
Autores:
Dr. Guillermo Fouce Fernández (PSF MADRID)
Martín
Jofré (PSF SAN LUIS)
Resumen:
Palabras
clave: marginación, menores, delincuencia, violencia
1. Introducción:
Fundamentación
Con
cierta frecuencia escuchamos noticias en la prensa con respecto a jóvenes y
menores delincuentes que se nos presentan como tremendamente peligrosos y
cercanos y ante los que debemos tomar todas las precauciones posibles.
Estas
noticias nos presentan a muchachos curtidos y duros, sin emociones, asesinos en
potencia, lejanos a nuestras realidades y en muchos casos incomprensibles y
ante los que nos preguntamos ¿por qué fueron capaces de cometer tamaña
brutalidad? Solemos concluir que no son personas, sino monstruos, que habría
que encerrarlos a todos de por vida, cuando no señalamos que debería matárseles
aplicándoles la pena capital. No merecen vivir y son un peligro enorme para
todos tanto como personas como sociedad, sorprende además su arrojo y el número
tan enorme de actos delictivos que han podido cometer, sugiriéndose en sus
historias de vida una impunidad tremenda que nos sitúa en pañales en un mundo
peligroso y terrible ante el que solo cabe el miedo y la espiral de respuesta
represiva por vía policial.
Por
otra parte, están los chicos que nos despiertan compasión y empatía, pena,
sentimientos incluso de culpa por que tengan historias de vida duras,
durísimas; situaciones ante las que nos preguntamos también ¿cómo es posible
que en pleno siglo XXII esto ocurra?. Los menores son en estas situaciones los
porta estandartes de la movilización ciudadana de carácter solidario, los
movilizadores de las mayores dosis de solidaridad y compromiso en lo local y en
lo mundial.
Pues
bien, estas dos caras de la realidad que aparentemente se nos presentan tan
opuestas y antes las que respondemos de manera completamente contraria:
represión frente a protección, violencia frente a cariño, rechazo frente a
cercanía... no son más que, en la mayoría de los casos, las dos caras de la
misma moneda, dos mismas realidades unidas intrínsecamente entre sí y que no
pueden ser explicadas por separado. Es ahí donde confluye la pregunta y la
respuesta del ¿cómo es posible? Al conectarse e interconectarse las respuestas
ante ambas situaciones podemos entender que es lo que ocurre. También confluye
la segunda variable común entre ambas situaciones, el terreno de lo emocional,
la activación de las emociones tanto en nuestras reacciones ante estas
circunstancias como en nuestras valoraciones, lo cual impide, muchas veces la
conexión racional entre las dos caras de la moneda señaladas.
Con
frecuencia conviene, además, presentar ambos grupos de situaciones y
circunstancias como lo mas separadas posibles y lo menos conectadas entre si y
en este papel colaboran tanto los medios de comunicación de masas como un
principio fundamental de economía de información o los intereses de los más
poderosos especialmente a la hora de introducir legislaciones represivas al tiempo
que manifiestamente ineficaces en el terreno de la rehabilitación que no en el
de la rentabilidad política a corto plazo.
Le
invitamos, querido lector, a un ejercicio vamos a presentarle dos historias de
vida, una de delincuencia y peligro, de pavor, de miedo y de brutalidad, otra
de indefensión, de pobreza, de precariedad, de exclusión. Seguramente si no
imaginase que ambas vidas son de una misma persona por esta introducción y por
el conocimiento que pueda tener de la persona que presentamos, pensaría sin
duda que ambas vidas no pueden ser la de la misma persona. Introducir esta
contradicción y esta conexión es el objetivo del presente trabajo.
En
cuanto a la fundamentación teórica del mismo, decir que nos basamos en el
planteamiento diferenciador entre las situaciones de inadaptación objetiva y de
inadaptación subjetiva (Valverde, 1993) que plantean justamente lo que pretendemos
decir: la diferenciación entre la inadaptación real y su manifestación externa
normalmente a través de la institucionalización como respuesta social.
También
podríamos hacer referencia a los aportes de Pichón Riviere con respecto al
chivo expiatorio.
2.
Una historia de pobreza, exclusión y desestructuración
M.
C., nació en 1984, en el seno de una familia violenta, de padres separados y
era el segundo de 7 hermanos. Vivió con su madre en una habitación de un barrio
pobre junto a sus 6 hermanos. Se crió en una familia muy disfuncional bajo el
mal ejemplo de un padre violento, con pactos perversos entre sus progenitores
donde todo parecía posible. Fue maltratado desde siempre, probó la droga desde
muy pequeño y estuvo muy vinculado al alcohol. No valorizaba la propia vida ni
la ajena, por eso podía jugar a la ruleta rusa sin miedo, por que le enseñaron
que su vida no vale nada para nadie.
Cuando
era niño, pedía limosnas pero en el barrio los grandullones le quitaban las
monedas que había juntado en el día. Creció con odio y temor ante tamaña
vulnerabilidad en ese barrio peligroso donde las drogas, las armas los malos
ejemplos y la falta de control estaban a la vuelta de la esquina.
Los
informes técnicos hablan de su baja autoestima, poco sentido de la realidad,
frialdad afectiva, endurecimiento de carácter (seguramente como una adaptación
a un medio tan hostil en el que debía sobrevivir) y personalidad antisocial que
fue intensificada por el tipo de educación recibida y la falta de contención
familiar y social.
Su
desarrollo se dio en la década menemista. Mientras crecía, la consigna era
"serás lo que tengas, valés lo que tenés" por ejemplo una zapatillas
nuevas, que eran su pasión y aunque de niño seguramente no las pudo tener de
grande las consiguió (junto con un rolex, una cadena de oro, un peugeot 206,
etc.) aunque de la peor manera ante la imposibilidad de que la vida prometida
desde el sistema se hiciera realidad de manera ortodoxa.
Uno
mas que nació caído del sistema, compartiendo sus propios códigos con otros
tantos igual que él, donde se valora la amistad, la fidelidad, el amor
desmedido por la madre, el odio a muerte hacia la policía, y tantas otras
reglas que hacen a toda una filosofía de vida formada desde la cuna y reforzada
en la esquina del barrio.
Detrás
de esa coraza había un niño que le gustaba ver los dibujos animados y las
novelas de la tarde, jugar al fútbol y al cubo mágico. Su rostro infantil tomó
carácter público cuando fue capturado por primera vez mientras su madre lloraba
la frase "tengo miedo, anda por ahí, duerme donde se le hace la noche
".
Por
otro lado era un hombre que según se desprende de los avisos fúnebres, estaba
casado con L. con quien tenía un hijo que heredó su nombre.
Su
religión era la devoción por el gaucho Cubillos a quien solía citar murmurando
"que mis enemigos no tengan oídos para oírme, que no tengan manos para
agarrarme, que no tenga boca para hablar, ni ojos para verme". Se decía
que solía visitar su tumba en el cementerio de la capital donde dejaba ofrendas
de dinero dentro de una muñeca de plástico como agradecimiento por su
protección. Fue en el único lugar que sintió algo de apoyo y protección,
retribuyéndole con dinero, que es la mejor manera que encontró para demostrar
afecto hacia quien "lo protegía".
3.
Una historia de alarma social y delincuencia
Rodeado
y con todas las cartas jugadas, cargó las armas y salió por los techos
disparando hacia la policía para cubrir su huida pero una bala lo alcanzó y
luego otra quedando tendido en el patio de una casa. Su compañero, ileso, se
quedo inmóvil al lado de su cuerpo. Se le secuestró una pistola calibre 45 con
cargador completo más 5 cartuchos que tenía en el bolsillo y otros 80 que
guardaba en la riñonera, y una pistola 9 mm con cargador y proyectiles que su
cómplice tenia en el bolsillo. Se les encontraron balas blindadas con teflón,
que sirven para perforar chalecos, reflejando el nivel de organización con que
se movían.
Los
oficiales que llegaron primero a donde estaba el cuerpo no sabían de quién se
trataba, hasta que lo reconocieron por la cicatriz de herida de bala en la
muñeca, el tatuaje de un arlequín y la cicatriz en la nariz. Tenia puestas unas
zapatillas Adidas nuevas, un Rolex y una cadena de oro con un corazón de Jesús
(eran sus trofeos de guerra) explicó un uniformado.
Al
día siguiente mas de 200 personas lo despidieron en un oscuro habitáculo del
primer subsuelo del cementerio de la capital con cerrados aplausos y algunas
escenas de dolor protagonizadas por familiares. Había muchos niños de 5 a 7
años que lo lloraban.
Lo
despidieron como un héroe y no faltaron disparos al aire, como señalando el
paso a la eternidad de una persona valiosa para la sociedad.
En
el subsuelo se escucharon arengas y cantos de origen futbolero como el clásico
"no se va..... se va", junto con amenazas e insultos contra la
policía en los que se pronunciaba una y otra vez la palabra
"venganza".
Su
liderazgo en los barrios del oeste de la cuidad de Mendoza, había nacido
después de que el anterior "capo", " el gordo mina",
apareciera muerto por un balazo en el ojo en las calles del bario San Martín.
Le temían por andar calzado con una ametralladora PA3; todo lo ilegal que se
movía en la zona tenia que pasar por sus manos. Era el cabecilla de las bandas
de la región oeste y logró mantener la paz entre las pandillas. Al morir el
"gordo mina", comenzaron los enfrentamientos en busca del poder
causando muertes y venganzas sucesivas con un saldo de, al menos, doce muertes
en muy poco tiempo. Entonces surgió su mote cuya característica principal era
acribillar a sus rivales o, ejecutados a quemarropa con una pistola 9mm, con
una frialdad que era reconocida y temida por otros grupos de delincuentes.
El
Barrio se convirtió en tierra de nadie. Los escasos recursos de la comisaría de
la zona y la nula colaboración de los vecinos, algunos por temor y otros por
protegerlo, hicieron que el delincuente creciera en la clandestinidad y su
figura alcanzase el nivel de asesino múltiple con la consiguiente fama y cartel
que acompaña a estos personajes del crimen..
La
realidad comenzó a confundirse con el mito, se hablaba que un collar de
granadas colgaba de su cuello para, cuando lo atraparan, llevarse a varios
policías con el, mostrando su odio visceral hacia ellos. También se dice que se
paseaba de día por el barrio siempre acompañado por dos miembros de su banda,
todos "armados hasta los dientes", que algunos de los asesinatos
cometidos por el no tenían ninguna vinculación con provocaciones de bandas
rivales o ajustes de cuentas, sino solamente por el gusto de matar.
Aparentemente su apodo se lo gano a los quince años tras escaparse de una
patrulla vestido de mujer, pelo largo y hasta maquillaje le valieron para
convertirse en "el morocha".
A
los 16 años, el peligroso delincuente apodado el "morocha", quien era
buscado desde hacía mas de un año como presunto autor de al menos 5 homicidios,
fue detenido por primera vez, tras tomar de rehenes a los familiares de su
novia, luego de ser herido en el brazo que portaba el arma por un francotirador
policial. Su captura fue catalogada como cinematográfica por la manera en la
que se resolvió o por la movilización de un gran número de efectivos de
diferentes brigadas en un impresionante operativo.
Al
ser capturado, los vecinos temían que comenzaran las luchas por el liderazgo de
las bandas nuevamente.
Fue
rotulado como psicópata e internado en el COSE (centro de orientación
socio-educativa), en el pabellón de máxima seguridad, de donde luego de un año
y un mes de estar detenido, escapo en una de la fugas más audaces que se
recuerdan, tras abrir un boquete en el techo del aula. Cumplía así con su
palabra. Habría dicho a los familiares y amigos que no pensaba estar encerrado
mucho tiempo. Esa noche lo buscaba la mitad de la fuerza policial.
Con
la fuga del "el morocha" volvió el miedo, ya que quedaron algunas
cuentas pendientes cuando fue capturado y la gente sabia que es de cumplir sus
amenazas.
Por
otro lado algunas personas en el barrio decían que él, es un mal necesario,
casi toda la gente que mato eran tipos muy peligrosos y pesados. Casi limpió el
barrio de esa gente. Un vecino dijo que es como un sapo, feo y desagradable
pero se come a todos los bichos.
Más
de 60 efectivos llevaron a cabo lo que ya se había convertido casi en un
deporte para la policía local, intentar atrapar al "morocha", a esa
altura, una suerte de enemigo publico numero uno de la provincia.
Así,
el muchacho que no aparecía comenzaba a convertirse en un mito de la
delincuencia, ayudado por la falta de efectividad de la fuerza policial. Alguna
vez dijo que le gustaría ser una hormiga "porque están en todos
lados". Entonces, esas palabras parecen una profecía auto cumplida, la
gente y los medios lo habían transformado en una leyenda que no paraba de
crecer. La tropa uniformada no lograba dar con él, pero la población creía
verlo en todas parte y algunos pueblos se habían transformado en semilleros de
historias fantásticas: que estuvo en La Dormida (en un festival de box con
boina roja), en la Consulta, En Puente de Hierro que esta rapado y musculoso,
que de noche visitaba a su novia en Las Heras, que estuvo tomando cerveza con
cinco integrantes de su banda en una esquina de el Barrio Olivares, donde tenía
varios escondites, etc.. Motivando mas de 30 allanamientos infructuosos y
algunas crisis de pánico en los vecinos.
No
se supo de él por varios meses, hasta que su vertiginosa y sangrienta carrera
delictiva terminó a los 19 años al morir baleado por la policía cuando quiso
escapar de un asalto con su cómplice.
El
"morocha", había nacido en 1984, a los 12 años ya se drogaba y tomaba
alcohol, a los 13 cometió su primer robo y a los 16 ya ostentaba una 9mm en la
cintura.
Tras
su muerte se hicieron allanamientos, concluyendo que habían desarticulado a una
de las bandas que mas asaltos domiciliarios había cometido este año. Su modo de
operar consistía primero en una tarea de inteligencia de seguimientos de los
movimientos de la familia que se había marcado como victima. Contaban con un
vehículo de apoyo (tenían varios de diversas marcas). Ingresaban a la vivienda
por el portón cuando las personas cuando guardaban o sacaban el auto. Algunas
victimas relatan que el morocha lideraba y los golpeaba salvajemente el la cara
con los puños, con los pies o con el arma para que le dieran dinero. Lo
describen como un joven desencajado, frió y violento, que no le sacaba la
pistola del cuello, gritando, insultando, y golpeando todo.
Aquí
termina la historia de este monstruo que llegó a ser catalogado como el
delincuente más peligroso de la provincia de Mendoza.
4.
Conclusiones
La
muerte del "morocha" desató las mas encontradas opiniones y diversos
punto de vistas sobre los sucedido. Fue el centro de atención y conversación
durante varios días tanto en los medio de comunicación como en la comunidad
mendocina en general.
M.
no es un caso único pero si, por distintas circunstancias fue el personaje más
mediatizado de una camada de "pibes chorros con ideología de gatillo fácil
y desprecio por la vida ajena", símbolo de una cultura que se multiplica
en mas de 200 barrios marginales.
Fue
sindicado por la policía y los medios como el delincuente mas peligroso de
Mendoza, como el enemigo público numero 1. Así, la vida real y la leyenda se
entrelazaron para siempre, y el chico asumió de buena gana el rol de
"villano" que lo hacia fuerte y la policía por su parte se encargo de
adjudicarle cuanto crimen andaba suelto. La jueza que llevaba su causa contó
que él mismo se atribuía homicidios que tal vez no había cometido para aumentar
su bravuconería y su poder en el barrio agregando que el prontuario que se
había hecho público no tenia mucho que ver con las causa que llevaba la
justicia en su expediente.
Un
docente que tuvo al "morocha" en la escuela también dijo que la
mayoría de las notas periodísticas son mentiras o verdades a medias,
alimentadas por el morbo. Algunos hechos que no son mas que leyendas son
reflejados en los diarios como verdades absolutas. La prensa pone mas énfasis
en marcar a un delincuente que en sacarlo de la vida que llevaba, creando un
ejemplo a seguir para menores en riesgos que están a la pesca de algún modelo
identificatorio al cual imitar. Ante la ausencia en la sociedad de héroes con
valores éticos y morales socialmente aceptados prefieren idealizar a este
"héroe marginal" que murió un día ante del aniversario de muerte del
máximo "héroe nacional": DON JOSE DE SAN MARTÍN.
Dos
balas bastaron para matar al escurridizo y legendario "morocha",
quien según la gente y los medios estaba en todo los barrios al mismo tiempo.
Quizás mañana hagan en su tumba un santuario y el conceda milagros como el
según mismo decía le concedía el gaucho Cubillos. "Es que la cultura anclada
en la mar de la exclusión, que viaja de boca en boca en la base de la pirámide
social posee ribetes místicos que la hacen mas interesantes a los ojos de la
generaciones adolescentes. En este contexto las solución escolar se relativiza
ante semejantes saberes previos y la anti económica solución represiva funciona
con la ley del bombero loco que intenta apagar el fuego con nafta"
(sociólogo Pablo Elías).
Estos
chicos sostienen una filosofía que tiene valores distintos sobre la vida y la
muerte la propiedad y el derecho marcando una ruptura con antiguos códigos
delictivos como el principio de no robar en el propio barrio y no matar a otros
delincuentes, que ya no existen. Como toda ideología, se mama desde la niñez,
en la casa y en la esquina. En determinadas circunstancias, robar o matar no
figuran como pecado y esta creencia se transmite como parte de la moral social
de su entorno. Actúan prácticamente con la misma frialdad que un político roba
fondos públicos o apoya una guerra. Y los peor de todo es que las agresiones y
crímenes son considerados como hazañas que dan prestigios a los menores,
convirtiéndolos en lideres carismáticos, muchas veces protegidos por la policía
y por el barrio porque resuelven conflictos vecinales según sus códigos, muy
distintos a los de el resto de la sociedad, la escuela, la justicia y el
Estado.
Aunque
parezca lejana, esta realidad nos afecta a todos. En este período de nuestra
historia reciente, con su primacía de "tener" sobre el
"ser", del imperio del consumismo por sobre los valores, M. eligió el
camino de la "mala vida" (o "buena vida" según como se la
mire) y además tuvo una vida mala, fue un niño abusado y victimas de adultos
que lo convirtieron en lo que llegó a ser, sin que el Estado ni la sociedad
hiciéramos algo para tratar de evitarlo. Muchos otros casos como el de "el
morocha" se están reproduciendo en estos momentos ante la mirada
impasible, pero no ignorante de la sociedad.
Parece
que nadie tiene responsabilidad por las imperfecciones de la justicia, ni por
las condiciones extremas de desigualdad de oportunidades, ni por la
proliferación de los males sociales como violencia generalizada, violencia
familiar, desempleo, desamparo de la niñez y la vejez, degradación de la
calidad de vida, etc.. ¿No será que desde arriba pretende que culpemos de todo
a los de abajo?.
A
nadie que nazca y crezca en el desamparo, quizás sin amor, con hambre, frió,
sin suficiente educación, sin posibilidades de empleos, abuso por quienes deben
cuidarlos, podría exigírseles ser ejemplos de las virtudes cívicas ni
abanderado de la cultura dominante. No queremos decir de ninguna manera, que
justifiquemos la violencia o la delincuencia. Repito, no se pretende justificar
ni defender al delincuente, sino comprender adecuadamente lo que ocurre
teniendo en cuenta que tras ese delincuente hay un ser humano como yo o como
usted mismo, que se crió de una manera diferente y tomo decisiones (voluntarias
o no) diferentes, sin olvidar en ningún momento el pasado y el presente del
contexto social, político y económico en que trascurren los hechos.
Por
último, sin bien en este artículo nos hemos referido principalmente a M. C.,
pretendemos, nos proponemos y los invitamos a que se deje de actuar y hablar
luego del que el chico murió y por el contrario, comencemos a trabajar y pensar
en los miles de niños y adolescentes que están vivos y buscando sobrevivir. Y
me parece una buena forma de comenzar tratar de comprender que es lo que esta
pasando acá ¿Por qué ese mismo niño que nos despierta ternura en un momento, en
otros de esta apoyando su encierro y represión?, colaborando a que realicen un
postgrado en delincuencia y endurezcan su carácter y resentimiento frente al
desamparo de la sociedad y el Estado.
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